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¿Y USTED QUE VA A PEDIR DE PLATO FUERTE? Otra forma de cultivar y pensar nuestra agricultura


A menudo escuchamos en los medios o las conversaciones la palabra “sostenible “. Desarrollo, practicas, estrategias, negocios, agricultura… sostenibles.


En el sector agrícola existen muchas iniciativas que le apuntan a este concepto. Agricultura orgánica, biodinámica, controlada etc. El hecho es que la agricultura ha conocido un cambio radical en menos de un siglo. Hemos llegado a unos niveles de producción, de calidad y de control técnico que dejarían sin voz a nuestros tatarabuelos campesinos. En la mayoría de cultivos hemos multiplicado casi por diez la producción por hectárea. Hemos abierto el cuerno de la abundancia…


También hemos escuchado que la población mundial llegara antes del final del siglo XXI a casi 10 billones de personas. Cien años atrás, éramos menos de la mitad sobre la tierra.

Los matemáticos y/o amantes de la lógica entre ustedes dirán: «Esta ecuación no cuadra! ¡Dos veces más gente para 10 veces más producción agrícola, deberíamos estar en constante sobre producción!».


¿Será cierto?


Porque encontramos en nuestras redes sociales títulos como:

  • ¡Deforestan a diario dos canchas de futbol de la amazonia para la agricultura!

  • ¡Mas de 800 millones de personas sufren de desnutrición o malnutrición!

  • ¡No habrá suficiente comida en el 2100 para alimentar la población mundial!

El matemático tiene razón: algo no cierra. Pero no en los números. Algo esta errado en lo que consideramos como sostenible. Si bien es cierto que la agricultura de hoy hace milagros, también comete estragos ambientales, éticos y nutricionales. Miremos un momento de la cara escondida del iceberg agrícola.


Las proteínas


El primer punto por rescatar es la producción de proteína animal desenfrenada. Esta producción de proteína que nos lleva a cultivar cereales y oleaginosas ya no para nutrir humanos, pero para alimentar un creciente número de animales. Seamos claros, estos párrafos no son un poema al veganismo o una publicidad para una asociación de vegetarianos. La producción pecuaria es necesaria en los sistemas de producción agrícola. Los animales y la producción de carne, cuando conectados estrechamente con el suelo, ayudan a regenerar una parte de este (producción holística). Lo que no es sostenible es nuestro consumo siempre creciente de carne sin reflexionar sobre cómo está producida y el impacto que tiene sobre nuestro medio ambiente y sobre nuestro uso del suelo.

Pregunta: ¿puede usted reducir su consumo de carne?


Lo que dio la tierra


En los últimos 10,000 años de historia de agricultura aún no ha cambiado el sustrato. Los suelos siguen siendo el primer recurso de producción agrícola a través del mundo. Sin embargo, nuestras prácticas agrícolas extractivas los han degradado. Hemos considerado el suelo como un sustrato al cual «solo» tenemos que añadir abonos (químicos principalmente) para hacer crecer las plantas. Este enfoque reductor nos ha hecho obviar un factor fundamental: los suelos son ecosistemas extremadamente complejos, ricos en fauna, flora y materia orgánica. ¡Una cucharada de un suelo sano contiene más microorganismos que toda la población mundial humana! Estamos hoy y en todos los continentes, perdiendo suelos a una taza alarmante por erosión, compactación y disminución de fertilidad. Esto nos obliga a expandir la frontera agrícola y constantemente, tal un modelo minero, extraer el potencial del suelo hasta cansarlo.

Las soluciones existen. Pasan por la implementación de practicas de agricultura regenerativa (de suelos). Con estas practicas se reconstituye la micro fauna y flora. Se aumenta la cantidad de materia orgánica y por ende la capacidad del suelo a almacenar más agua y combatir el calentamiento global (secuestrando carbono). Se limitan las practicas de arado y se favorece la siembra directa bajo una cobertura de un cultivo de acompañamiento. Finalmente, suelos sanos son sinónimos de cultivos sanos, de menos pesticidas y de alimentos de mejor valor nutricional y de más sabor.

Pregunta: ¿De dónde viene la comida que compra? ¿Cómo se cultivó?


Lo que no se vendió…


El tercer peso muerto que arrastra el sector agrícola es lo que no nos comimos. ¿Termino su plato hoy? ¿Dejo algo de comida? ¿Tiro esta semana un yogurt porque ya no le parecía comestible? ¿Alguna vez tuvo que pasar por el callejón detrás del supermercado? ¿El de la basura, dónde están todos los alimentos que ya no consideran aptos para el consumo?


« Sí, pero lo que deje en mi plato era poquito »


« En mi casa casi no tiramos comida »


« Es que el tomate no se veía bonito como a mi me gusta cuando merco »


Estos gestos nuestros del día a día suman. Y no un poco. Suman entre 30% y 40% de la producción total de comida en el mundo. Las pérdidas y los desperdicios que nuestros sistemas agroindustriales generan son enormes. En cada escalón de la cadena perdemos valiosa comida. Por descuido, por facilísimo, por querer alimentos visualmente perfectos, por pobre manejo de las cadenas de frio y almacenaje.


Pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que tiro comida?


Conclusión


El panorama no es muy alentador, es cierto. La buena noticia es que nada de esto es irreversible y que las soluciones existen. No son costosas. No son complejas. El primer recurso que tenemos que usar para implementarlas es nuestra conciencia. «Que voy a comprar?». «Cuando lo voy a comer?». «Como y dónde esta producido este alimento?». Vivimos un mundo donde abunda la información (buena y mala). Un mundo donde nunca ha sido tan fácil adquirir conocimiento para nutrir, no solo nuestras conciencias, sino también para que niños no vayan más pasando hambre. Conciencia para que, a través de la agricultura, pongamos millones de hectáreas de tierras agrícolas a secuestrar carbono y reducir significativamente el calentamiento global y el cambio climático. Conciencia para que este planeta, que ya nos ha perdonado mucho, pueda recuperarse de nuestros excesos.

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